Beatificación

El Papa Juan Pablo II beatificó a Clemente Marchisio en la Plaza de San Pedro de Roma el 30 de septiembre de 1984 junto con otro sacerdote piamontés, Federico Albert, y a Isidoro de Loor y Rafaela Ybarra De Villalonga.

El Aleluya de aquel domingo pertenecía al Evangelio de San Juan: ““Aleluya, aleluya. / Mis ovejas escuchan mi voz / yo las conozco y ellas me siguen”.

La homilía del Papa estuvo completamente centrada en la figura del buen pastor. Para el fundador de las Hijas de San José dijo:

“También en el beato Clemente Marchisio resplandece la imagen de Cristo Buen Pastor:

Preocupado de ser siempre “un ejemplo para los fieles en las palabras, en el comportamiento, en la caridad, en la fe” ( 1 Tm 4, 12), él estudió como progresar en la gracia de la que cada sacerdote está dotado en Cristo, convirtiéndose en la herramienta cada día más válida y viva de Jesús eterno sacerdote.
Hombre de oración, como deben ser todos los sacerdotes, fue consciente de deber invocar a Dios, Señor del universo y de su vida, pero también fue consciente de que la verdadera adoración, digna de la infinita santidad de Dios, se realiza sobre todo mediante el sacramento del cuerpo y de la sangre de Cristo.
Por esto tuvo siempre un gran celo a la hora de celebrar con devoción el misterio eucarístico, a la hora de hacer asiduamente la adoración y a la hora de cuidar el decoro de las celebraciones litúrgicas. Estaba convencido de que la Iglesia se edifica sobre todo alrededor de la Eucaristía, participando en la cual los miembros de la comunidad cristiana se identifican místicamente con Cristo y se convierten en una cosa única entre ellos.

Juan Pablo II concluyó diciendo:

“Los beatos de este día no sólo han seguido al Buen Pastor, dejándose guiar por él”

el “consuelo que deriva de la caridad” se manifiesta en el amor. Por eso, cada uno de ellos ha dado, junto a Cristo, la vida por su rebaño, y ha tratado de “conducir” a los demás, con la palabra, con las obras, con el ejemplo, con el servicio, hacia la salvación”.

Los restos mortales de Clemente Marchisio se veneran en la parroquia de Rivalba.